La gente llegaba como una noche sabatina de fiesta en el gran complejo.
Venian las chicas que antes sonreian a carcajadas: te miraban de reojo, sensuales y uno abriendo los ojos más pícaros que nunca., ilusionadospor bailar apretaditos, gritando ¡Cantinero llegoooooó, el cerveceroooo!, pero esta vez la noche era friolenta, nos hacia tiritar los huesos, nada de trago, nada de risas, nada de piropos. La noche estaba triste, desolada, amarga, y más de un conocido se hallaba quebrado, con los ojos llorosos, esperando impaciente al ídolo, a la estrella de la noche, recordando mil y unas noches de parranda, de jarana y bohemia a punta de chelas.
Y esperábamos a Makuko.
¡¡A qué hora viene!! exclamaban las chicas, tanto demora, decian otras chicas.
Ya pasaron dos horas, y por fin, a las 9:30 pm la hinchada aplaudía, gritaba olé ,olé, olé Makuko, no se va!!
Llanto y dolor porque el cantante del pueblo, el ídolo de las multitudes ya nunca más iba a subir al escenario para deleitarnos con sus canciones…
aqui con el gran tío chévere ALFREDO JAMANCA
Borracho , paso mi vida por un amor, Dios mio haz que me enanore, Para que me voy a enamorar para sufrir, ay penar penar(…) Se escuchaba la voz de Makuko a través de un improvisado equipo de sonido, que a última hora fue instalado.
Esta vez Makuko no venía radiante, no venia sonriente y reluciendo su diente de oro, llevando una botella de agua mineral. NO, pucha madre, Dios mío Makuko ahora llegaba inerte, dentro de un sólido cajón de roble, cargado por la multitud, abriendose paso en medio de más de cinco mil personas, que subían peligrosamente al estrado. La gente se amontonaba, se apretaba -se tambaleaba las maderas del escenario- y a una sola voz gritaban:
¡ Viva Makuko, carajo!!!
Makuko se había ido para siempre, adiós Makuko. (jupeco)
nota escrita para la revista El carretero, en el 2016, hace 15 años
