
Como jugando el taxista( que me cobró 5 lucas ida y vuelta) me llevó primero a Don Paredes, creyendo que era el viñedo de Parra, sin embargo, era otro. Don Paredes es un gordito, que estaba descansando en su cuartito, debajo del bodegón que tiene en esta parte del sur y le toqué la puerta. Sus empleados me dijeron que le tocara la puerta y al tocarle salió el gordito.

Estaba descansando la siesta. Le dije que venía a comprarle una botellita de vino. El tipo bonachón me llevó a su bodega y me invitó una copita del líquido sagrado y me contó que su familia son apasionados a los caballos y lógicamente tienen una tradición vitivinícola. Me enseñó monturas de caballo de México, de España y de la patria querida. Y los racimos de uva se veían a diestra y siniestra.
«Aquí tenemos como 70 años con el viñedo, desde mi abuelo» dijo Don Paredes, posando para la foto de este blog.

PARRA
El otro viñedo es más grande, incluso tiene su castillo como vivienda. Dicen que los domingos se reunen todo el clan y hacen almuerzo y toman, lógicamente, vino y su pisco.

El pisco por acá es buenazo, aunque a mí no me asienta bien. Al toque se me revuelca el estomago de dolor y me da ahorcadas. Pero con el vino es otra cosa, es más sensual para mi paladar. Aquí me dieron vino seco, tinto y mezcatel (combinación de vino y pisco, para las damas, me dijeron) y encantado. El sueño de estar en estos lares es una realidad. Si así fuese en todas partes, no sería necesario venirse de tan lejos.

Estas tierras son fértiles en cuanto a la uva, palta y otras frutas. Vi también naranjas. Con razón Mónica me envidia y toda vez que la llamo, y le cuento que estoy en tal lugar, escucho su voz exclamativa:!que bacán, cómo te envidio, debes de estar feliz en esos lugares…Sí y no, si porque en verdad aquí es el paraíso y no porque estoy lejos de ella y de mis hijos.( jupeco)