21 noviembre, 2024

LOS CAMARONES Y TRUCHAS DE DON JACINTO DE TUMILACA, EN MOQUEGUA

Después de la chamba, viene el ocio o el descanso, pero a veces me aburro; pues estar en una cuidad en donde no conozco a nadie y además no soy aficionado a la tele ni al internet, no me queda otra que ir en busca de aventuras culinarias o conocer lugares sin la contaminación del humo de los autos.

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Entonces me digo: me voy a tal o cual pueblo cuyo nombre -raro para mí- aparece en los avisos de paraderos de pueblos como el que leí en Moquegua. Ahi vi un nombre peculiar en la parte delantera de un minivan: A Tumilaca.

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¿Dónde queda Tumilaca? le pregunté al joven que me estaba ayudando en esta ocasión, con la chamba de promoción del diario y él me contestó; está cerca, a media hora en auto .

-¿Es bonito? le repregunté..

Es un valle, pura vegetación, me contestó.

No lo pensé dos veces y adiós siesta.
Me dirigí al paradero de Tumilaca, ubicado en la avenida Balta y al toque me subí a un minivan. Justamente faltaba un pasajero ( en provincias una unidad móvil no sale si falta un pasajero, así la espera sea una hora o dos, caballero nomás.La gente espera).

El costo del pasaje es de 2 nuevos soles y efectivamente, en el camino, se ve el valle frondoso de vegetación.

Otra de las maravillas, si a uno le gusta el verdor de los valles y la naturaleza viva, es lacaminata mirando a lotananza el valle y escuchando el ruido del serpenteante rio y además por fin conocí el Cerro Baul, que tanto me hablaron muchos moqueguanos amigos. Cerro Baúl se impone a la vista en cualquier punto del viaje a Tumilaca.

PUNTO FINAL PERO RECIÉN EMPEZABA LA AVENTURA

El chofer paraba en diferentes partes del camino, dejando pasajeros y al llegar al punto final, me dijo hasta acá nomás llego. Ultimo paradero, ya estamos en Tumilaca. Me regreso de nuevo a Moquegua. Bajé y no sabía si mirar el valle o seguir caminando por un camino sin asfaltar, full trocha y empinado…

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Opté por la segunda opción y caminé hacia arriba, aunque no veía ninguna señal de llegar a lugares bonitos, pero al dar una curva por ese camino me encontré con unos niños en la misma situación de caminantes. Se iban a dar alimento a sus 100 cuyes, me confesaron. Ellos me dieron la voz de alerta.

¿Por dónde va este caminito? les pregunté.

Al restaurante de don Jacinto, a su criadero de camarones y truchas.
Pero no veía nada, el camino era árido, rodeado de cerros rocosos. Sin embargo, me emocioné al escuchar criaderos de truchas y camarones. Entonces seguí caminando y esperando llegar al paraíso. Dicen que para llegar al cielo hay que cruzar el infierno.

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Diez minutos de caminata, ya me estaba cansando. Al rato, veo otro caminito más estrecho y dudo de los niños de lo que me habían dicho : la existencia de un criadero de truchas y camarones..

Pero también dicen que los niños nuncan mienten, entonces seguí caminando y a entrar al umbral de ese camino estrecho observo que se pone de color verde y veo a dos perritos echados con patas arriba sobre el gras jugueteando -pienso en gala mi labradora pues estaría feliz en este lugar- y como arte de magia aparece una casita y el bendito criadero que compartia el espacio con el restaurante en cuyo interior apenas había tres comensales sentados alrededor de una mesa esperando sus platos favoritos.

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Al entrar al restaurante y ya cómodo en una silla sencilla de madera, de al frente de la casita sale un señor flaquito, con un sombrero blanco que le cubre toda su cara y el cuello de los rayos solares, me saluda y me da la bienvenida.
«Aquí le preparamos ricos platos en base de camaron y trucha». Me saca un cuaderno y leo la lista del menú. Un cuaderno de 100 hojas que suelen llevar los humildes colegiales a sus colegios de barrio.

Don Jacinto es muy explícito en su bienvenida: hay truchas fritas, chupe de camarones, chicharrón de camarones, chicharrones de chanchito, rico nomás, tenemos una cuadrilla en la cocina ( su esposa e hijo)

Opto por el chupe de camarones. / rico es poco, riquísimo podría ser, pero sabroso lo máximo / camarones carnosos, quesos destrozados, habas, papas, fideitos canutos, zapallos y hierbas aromáticas. Todo el cocimiento se hizo a leña..

Mientras don Jacinto, su esposa y su hijo cocinan me entretengo en mirar las piscinas ( hay diez en total) de los camarones y truchas. Para mi mala suerte el agua está turbia y me aclara don Jacinto que los amigos agricultores están regando sus tierras, por lo que el agua se enturbia…Pero cuando no hay tal riego, es todo un espectáculo la vista de los camarones y la truchas. Eso me obliga venir otra vez para tal espectáculo.

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No obstante de no poder ver las truchas y los camarones, me siento en un paraiso y huelo el aroma del campo, huelo el humo de la leña -más tarde don Jacinto me dice que cocina a leña- y al final mi recompensa del viaje se acerca a mi mesa y don Jacinto me dice a boca de jarro: deguste usted y si le gusta recomiende a sus amigos para que vengan a este olvidado y recondito lugar de Moquegua.
Vaya a Moquegua y visite a Tumilaca, al restaurante de don Jacinto, con su criadero de camarones y truchas.
Será una visita inolvidable.

 

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